En el bebedero del caseto de Llavata la lavandera blanca se ha erigido
en la dominante del lugar, la cual cuando llega expulsa a todas las aves que se
encuentran en la instalación. Incluso otros camorristas reputados como el
petirrojo o especies más grandes como mirlos y zorzales, se retiran ante la
fogosidad de la lavandera y mientras esta se encuentra en el bebedero no deja
que ninguna otra especie se acerque.
Afortunadamente, sus apariciones son esporádicas y
cortas, y en sus largas ausencias todo vuelve a la normalidad. Entonces el
bebedero se convierte en un hervidero donde diversas especies de aves comparten
con aceptable tolerancia un espacio con agua y comida abundante.
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