martes, 1 de marzo de 2016

ROQUERO SOLITARIO

Los roqueros solitarios se reconocen con facilidad. El macho posee un plumaje azul oscuro muy característico. La hembra tiene una librea gris o gris-parda, y en las partes inferiores presenta un suave jaspeado con motas blancas. Se pueden confundir con los mirlos, pero estos son más grandes y corpulentos, y los roqueros mucho más estilizados y colilargos; además, a diferencia de aquellos, suelen habitar en zonas rocosas.
Su canto es fuerte, aflautado, de estrofas cortas y poco variadas. Suele cantar desde un posadero y también durante el vuelo de celo, en el que asciende verticalmente y desciende luego con las alas replegadas.
Su hábitat preferido son los roquedos desnudos, acantilados marinos, roquedos de montaña, canteras abandonadas, jarales montanos y barales, así como zonas esteparias con escasa vegetación o desnudas. 
La mayoría de las poblaciones de la cuenca mediterránea son sedentarias. No obstante, en invierno hay ejemplares que viajan hacia el centro y el este de África. 
A lo largo de todo el año consume toda clase de invertebrados. En verano incorpora a su dieta pequeños reptiles, y en otoño e invierno completa su alimentación con frutos carnosos. 
































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