En cualquier punto con comida en el que confluyan varios aguiluchos
laguneros, inevitablemente habrá trifulcas y disputas entre ellos.
Afortunadamente estas disputas están estereotipadas y no ocasionan
daños en los individuos, principalmente porque el más débil cederá fácilmente
el sitio al más fuerte.
Sin embargo son muy vistosas por el postureo y el comportamiento del
ejemplar en posesión de la comida.
Cuando otea a un adversario que se acerca volando, despliega las alas
como queriendo ocultar la comida, eriza las plumas aparentando mayor tamaño y
emite unos pitidos a la vez quejosos y agresivos. Si el contrincante pasa de
largo, el ejemplar sigue comiendo tranquilamente, pero si baja, tras una breve
cara a cara, se quedara la comida el ejemplar más fuerte o el que más hambre
tenga.
En realidad más que una disputa se podría llamar una alternancia, por
la que el individuo con más hambre o fortaleza siempre es el que consigue la
comida.
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